Yang y Jin, casados desde hace 90 años y que viven en una pequeña localidad de la provincia de Guizhou (centro sur), una de las más pobres de China, tienen ya tataranietos y aseguran que su relación sigue siendo envidiable.
"Ella ha sido durante toda la vida buena conmigo, y todavía cocina para mí", proclama Yang, un carpintero retirado, mientras Jin cuenta que no concibe la vida sin trabajo.
En China, la longevidad es considerada sinónimo de buena suerte y felicidad, por lo que los medios suelen prestar mucha atención a la vida de los centenarios del país, en sus notas de sociedad.
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